Alemania Se encuentran muy cerca de Cafayate, a 99km al sur de la capital salteña y se llega por la ruta nacional 68 por donde se accede a la quebrada del rio Las conchas.
Protegida por la vegetación y rodeada por una inmensidad de rocas se encuentran las Cascadas de Alemania, con una caída de agua de 15mts de altura.
Dejamos nuestros vehículos y nos pusimos a preparar nuestro equipamiento para emprender la caminata, al mismo tiempo que nuestro guía nos daba las primeras instrucciones y recomendaciones a tener en cuenta, mantenerse unidos, caminar a buen ritmo e hidratarse a medida que el cuerpo lo necesite, fue uno de los principales consejos.
Lo primero que encontramos fue una vieja estación del ferrocarril donde suelen encontrarse pequeñas ferias de artesanos que trabajan la arcilla y madera.
Comenzamos la marcha y a disfrutar del entorno del lugar, el primer tramo era un camino interno que comunicaba una finca con otra hasta el camino se transformó en una angosta senda, donde la vegetación iba ganando terreno y daba la sensación que nos devoraba… los colores verdes intensos nos sorprendieron a pesar de la época del año.
De pronto nos encontramos en la playa del rio, nuestro primer obstáculo a superar, caminamos por la ribera del rio, para buscar el mejor lugar para atravesarlo, el agua cristalina permitía ver las rocas que se encontraban en el fondo y de esa manera elegir el mejor paso.
En un determinado momento mire hacia el cielo que tenía un color celeste tan puro que contrastaba con los verdes de la montaña…me invadió una sensación de paz y la magia del lugar se hizo sentir.
A medida que avanzábamos disfrutábamos más del entorno, a veces íbamos despacio como estirando el tiempo para seguir contemplando los paisajes y tomar fotografías, los ríos con piedras eran todo un desafío, sobre todo cuando no había paso y teníamos que sacarnos las zapatillas para poder cruzarlos, otras veces el ingenio de estudiar las variables de piedras que se encontraban en el rio permitía pasarlos de piedra en piedra como un puente natural.
Durante el recorrido encontramos algarrobos, cactáceas, y muchas más especies vegetales.
Cruzamos varias veces el rio, y descubrimos paisajes cada vez más interesantes por estas zigzagueantes sendas que nos conducían hacia la quebrada, la vegetación que nos rodeaba se iba haciendo más densa, todo era de color verde, El rio seguía a nuestra izquierda, en uno de los pocos lugares descampados aprovechamos para ajustar nuestras mochilas, el esfuerzo de caminar en variados ascensos y de leve pendientes nos obligó a quitarnos el abrigo con que emprendimos la marcha desde muy temprano.
El ruido del agua no llegaba a privarnos de la sensación de serenidad que había en el lugar.
La senda comenzó a ponerse cada vez más empinada, con subidas y bajadas, mucha piedra y arbustos bajos en algunos se podían observar líquenes colgados en sus ramas a lo lejos se sentía el repicar de algún pájaro carpintero.
Por momentos el ritmo se hizo más lento y cuidadoso, para evitar alguna torcedura, a medida que avanzamos nos dirigíamos al corazón de la quebrada, solo piedra, roca y pequeñas cascadas nos indicaban el camino, que se hizo más técnico más técnico.
La trepada era constante, leímos el terreno según la vegetación para buscar una senda que nos lleve más arriba o seguir avanzando por la pequeña ribera que se nos presentaba en estas bajadas de agua.
Ya no hay rastros de senda, podemos sentir la proximidad de la Cascada, el agotamiento se hace sentir, solo queda el último tramo que es por una huella que va serpenteando sobre la ladera de la montaña y cruzando varias veces las pequeñas cascadas que se formaban a medida que ascendíamos.
En este tramo el sol nos agotaba sumado a la condensación de humedad y el frío nos exigía tener un ritmo de marcha constante hasta la Cascada, donde la naturaleza se encargó de ubicarla en un lugar único, como en un anfiteatro rodeado de una densa vegetación.
Llegamos a base de la cascada con el tiempo previsto, solo hubo que lamentar algunos resbalones producto de las ultimas trepadas, aprovechamos para comer y disfrutar de este mágico lugar sacar el registro fotográfico del lugar.
Regresamos con los rostros cansados pero con la alegría de haber disfrutado de estas cascadas rodeadas de unos paisajes increíbles que regocijan el espíritu.