Iruya pueblito colgado de la montaña que año a año seduce para ser visitado una y mil veces en la provincia de Salta (Argentina)
Ubicado a 2780 msnm, sobre los faldeos orientales de la sierra de Santa Victoria, está dentro del perímetro de la reserva de biosfera de las Yungas.
Caminar por sus calles estrechas, empedradas, rodeadas de edificaciones estilo colonial y acompañados de paisajes increíbles, que uno pierda la noción del tiempo, y nos lleva a recordar años pasados...
Aquí, los habitantes, mantienen sus vestimentas y costumbres tal cual lo hacían los antiguos a lo largo de 250 años.
Sin dudas es un lugar para disfrutar de los Silencios, caminar por el lecho del río y apreciar las imponentes quebradas de diferentes formas y colores que nos permiten hacer volar nuestra imaginación....
La palabra "Iruya" proviene del quechua y significa abundante paja. o ‘Lugar de los pastos altos’, y realmente es así, uno transita las alturas para encontrarse con este simpático pueblito en las montañas.
Para realizar esta experiencia se transita por la legendaria ruta nacional número 9 en la provincia de Salta considerada como un ramal de la Carretera Panamericana, que comienza en la Avenida General Paz en BsAs y finaliza en La Quiaca.
La ruta permite ver los contrastes entre la selva pedemontana en Salta y parte de Jujuy hasta adentrarnos en la famosa Quebrada de Humahuaca que estuvo poblada por asentamientos indígenas desde la época pre incaica, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el 2002, flanqueada por altas cadenas montañosas y por el río Grande en la provincia de Jujuy, a unos kms más se encuentra el cruce de la ruta 53 que marca el desvió hacia Iturbe-Iruya.
el camino presenta curvas , subidas empinadas, hasta que llegar a un punto donde las nubes poco a poco van quedando debajo a medida que se avanza, pasando los 4000 en el Abra del Cóndor límite entre Jujuy y Salta, comienza el descenso de 26km de serpenteantes camino sinuosos , una bajada de 1200 metros que bordea la montaña.
Este pueblo fue transitado obligado entre el Alto Perú y las nuevas poblaciones que se levantaron en esta región, las apachetas decoran el camino, esos pequeños montículos de rocas que se ofrendan a la Pachamana en los tramos difíciles.
El pueblo tiene un estilo colonial con callejuelas estrechas y empedradas, con casas que aún siguen en pie construidas de adobes, piedras y paja. Fundado en 1753, los historiadores acuerdan que ya en 1640 había presencia de españoles. El Marqués de Toro fue el primero en llegar. Levantaron unas casas de adobe y soñaron con crear un pueblo. Lo llamaron Iruyoc (en kolla, lugar de paja dura), trajeron una imagen de la Virgen del Rosario, un alud sepultó el pueblo y un pastor halló la virgen entre los pastos. La llevó donde estuvo la capilla ya desaparecida pero a los días volvió a estar tirada en el lugar donde la vio por vez primera. La señal fue clara. Irruya se construyó en ese lugar, se lo ve desde lejos recostado en una de las laderas de un cerro del cordón serrano de Santa Victoria, rodeado por los ríos Iruya y el Milnahuasi .
los iruyanos tienen una economía de subsistencia, se dedican a la cría de ovejas, cabras y llamas, además de cultivar maíz, papas andinas quínoa ,actividades agrícolas que se trasmiten de generación en generación a lo largo de más de 200 años, también se sigue practicando el trueque se lo realiza en la playa del rio que se instalan ferias, donde cada uno expone sus productos y los cambia por otros que le sirvan.
Iruya tiene celebraciones importantes Cada año, el 1° de Agosto se celebra la “Fiesta de la Pachamama”, y el primer fin de semana de Octubre se realiza una particular celebración en honor a la Virgen del Rosario y de San Roque, donde se confunden de manera singular lo pagano y lo religioso .
Cuentan los viejos del pueblo, que los Cachis y su representación de danza y pantomima forman parte de un ritual precolombino que los nativos ofrecían a la Pachamama como tributo y ofrenda por la gracia recibida.
la presencia de los Cachis con sus vestimentas ,máscaras coloridas acompañaban esta tradicional ceremonia como promesantes de la Virgen del Rosario.
El grupo, compuesto por personas que en su mayoría son promesantes iruyanos, simbolizan una familia con sus bienes y hacienda que solicitan la protección de la Virgen contra las tentaciones de un negro que oficia de bufón
Tanto al mediodía y a la noche se realiza la procesión, los Cachis van adelante custodiándola a la Virgen, son seis personajes con máscaras, promesantes que adoran a la Virgen, a los que se les suman dos Caballeros que (en la cintura llevan fajas que hacia adelante terminan en una cabeza de caballo), un Torito (que se lo lleva en la cabeza con una máscara) y el Negro (deforme y jorobado, de rasgos africanos). Este grupo simboliza la eterna lucha del bien y el mal.
Antiguo territorio de los ocloyas, la zona de Iruya fue evangelizada por los jesuitas, luego por los franciscanos. La evangelización se realizó en un momento en que la devoción mariana era fuertemente difundida por la Iglesia; por otra parte, la devoción por la Virgen es uno de los rasgos más comunes en el catolicismo popular en toda la Argentina.
Pero en estas regiones aisladas, donde la influencia europea es limitada y fuerte el elemento nativo, no es raro que esta devoción se halle insertada y combinada con el antiguo culto a la Pachamama, la Madre Tierra, divinidad benéfica que protege y da la vida. Esta señora, que concede los dones de la fertilidad, es todavía invocada y honrada
Todo un sincretismo religioso preside la fiesta de Iruya: los caballeros y el toro revelan influencia española, pero el sentido general de la ceremonia es probablemente el de un ritual de fecundidad de origen prehistórico.
La fecha en que se realiza corresponde al periodo en que comienzan las siembras y las labores agrícolas, al despertar de la primavera en las tierras altas.
Estas ceremonias tenían un sentido de recreación del cosmos, de una vuelta al instante original, al punto donde surgió y surge la vida.
Todo queda lejos y muy pocas veces al año, sus habitantes salen del pueblo. Quizás ese sea el motivo de la sensación de aislamiento que lo convierte en un destino soñado. Pareciera que el tiempo se detuvo en este pueblo…distante del mundo moderno…
Es por eso que aún persiste esa riqueza cultural que ofrece este lugar impregnado de lo nuestro, de los antiguas que nos permiten conocer y disfrutar de sus costumbres, sus ritos paganos, su fiestas patronales en medio de las montañas, siempre agradeciendo y honrando, con la simplicidad y la calidez que los caracteriza a los habitantes de esta región que nos comparten parte de sus vidas, de sus silencios…….silencios que aprendemos a escuchar…